A veces tenemos ese segundo de lucidez que nos hace distintos, nos damos cuenta
que somos diferentes. Un boludo que cree en la gente, un idiota idealista o simplemente un
prostituto sentimental.
La lucidez nos muestra lo que somos, en mi caso lo que soy en este instante,
una especie de geisha sentimental que sabe que decir para que el otro sufra
relajado ante el desamor de un tercero. Un prostitulo sentimental, que apela a
confortar a la persona que después le dará la espalda o nunca más vera. Hasta
que sea otra vez útil para sus necesidades, un tonto que escuche, un idiota que
diga lo que necesite y una persona que la quiera cuando este mal. En el suelo.
Nunca se que es mas patético, ¿ser el prostituto que esta conteniendo o el herido
que necesita del placebo de alguien que lo contenga por unas migajas de
atención? Obvio que el mendigo pero nadie quiere admitirlo, es mejor sentirse
usado que ser el que usa y descarta ante la sociedad. Los tontos enamorados son
así, personas que no paran de sufrir en busca de unas migajas para poder seguir
respirando.
Entonces te vez al espejo y comprendes todo. Dejas de ver el árbol y ves el
bosque, sos la enfermera de alguien que jamás te va a querer como sos. Prefiere
a la gente de otro estilo, ese que vos odias porque es plástico y superficial
de las cuales te reís.
Los esclavos siempre se liberan primero, es una regla mientas que los amos
siguen encadenados a sus reglas y costumbres. Para ellos acostumbrados a su
droga de necesidad, centro de atención y egoísmo siempre es más difícil de
dejar. Aun dejarlo siempre serán enfermos.
Los esclavos, somos distintos. Porque cuando lo descubrimos, ya hicimos el
duelo y dejamos atrás sin remordimiento, sin pena y sin lastima. Mirando atrás
con rencor y esperando lo peor para el otro, porque somos auténticos y nos
encontramos así. Verdaderos con nosotros mismos por primera vez en quien sabe
cuanto tiempo y en busca de nuevos rumbos.
¿Todos fuimos prostitutos sentimentales? Claro, y por suerte muchos un día
dejamos de serlo con una sonrisa. ¿Qué tontos fuimos? Es verdad. ¿Es hora de
salvarnos? Que ellos se pudran en su síndrome de abstinencia mientras nosotros
seguimos el camino de baldosas amarillas. Lo mas divertido, es liberarse. Porque cuando lo
haces le soltas al mano al adicto y ni siquiera se da cuenta hasta que cae en
la necesidad de la droga de la atención. Entonces llega la abstinencia, la
soledad y nosotros a miles de quilómetros. En la nuestra.
La cosa es corta hoy, pero intensa. Se solidario y salva a un prostituto sentimental porque si tu fueras uno querrías que te salven.