lunes, 22 de septiembre de 2014

Tercera parte: Están los que hacen algo y los que no hacen nada (hombres)

Más que cobardes, cautelosos aterrorizados y tontos…
El del el del medio siempre pierde, es una de las grandes máximas de la vida y que pregono con una convicción que a veces me asusta. Sobre todo cuando descubro que soy yo el del medio otra vez.
Los hombres decimos que no tenemos miedo, una mentira para vernos fuertes ante otros hombres o ante lo que es lo importante, una mujer que nos importa. Los que capitalizan el lado sensible que les encanta a las mujeres, dicen a que le temen, eso suma puntos con el sexo opuesto. Pero jamás decimos cuales son nuestros verdaderos temores, los que nos petrifica. Le tenemos miedo al fracaso, la posibilidad de no conseguir algo que nos importa de verdad, esa mujer. Le tememos a tener éxito, a conseguir eso que queremos, esa mujer y sabemos que esta mas allá de nuestras posibilidades reales. Que irremediablemente la vamos a cagar tarde o temprano.
Le tenemos miedo a morir sin cumplir nuestras metas y siendo seres simples y efímeros, como una de esos seres de la televisión. A perder “La” oportunidad de nuestras vidas, el billete de lotería que te dará el premio mayor por ser inseguros y grandes boludos. Entre otras cosas a quedarnos inmóviles al cruzar la calle cuando viene un camión doble remolque de frente.
Vivimos así porque somos boludos (tonto + torpe) consientes al negar que tenemos pavor a estar en una encrucijada de la vida donde la decisión que tomemos decida algo que nos importa, preferiríamos que otro lo haga y así si fracasamos tener a quien culpar. Cuanto más importa somos más boludos y miedosos, atrapados todo el tiempo en inseguridades que nosotros mismos nos creamos al pensar demasiado, una y otra vez, que en otra situación no tendríamos. Como cuando decidís que tipo de caramelos masticables queres comprar.
Cuando una mujer nos mira a los ojos y nos importa, trazamos la meta y no queremos ser efímeros en la vida de ella, porque tal vez delante nuestro este “La” oportunidad de nuestras vidas, que nos saque del patetismo de la soledad y salir cada fin de semana a cazar un poco de amor. Como un paliativo para llenar ese hueco de insatisfacción en nuestra existencia machista y vidriera entre pares. Pero sentimos la bocina de ese camión y esos ojos que deseamos nos iluminan. Quedamos petrificados, sin saber qué hacer, inmóviles como un cachorro a punto de ser atropellado por un camión de dos remolques que trae más de 100 toneladas a una velocidad que seguro dejara consecuencias.
Y si te tira una o dos indirectas, queras boludisado a altos niveles esperando el golpe.
Están los hacen algo y los que no hacen nada, los primeros, se ponen a pensar estúpidas estrategias de acción, planificación de factores favorables para ejecutar el plan y que todo sea perfecto. Nunca sale perfecto, lo sabemos porque en algún momento la cagas representando algo que no sos para impresionarla con tal de conseguir el objetivo. Un boludo. Primera posibilidad, fallas porque la cagaste haciéndote el banana (piola, canchero) o diciendo las boludeses equivocadas para impresionarla y decís ¡Hola depresión gracias por venir! La segunda es tener éxito y empieza el proceso donde intentas mantener la mentira que representaste o lentamente ella descubre la basura bajo tu alfombra, la que trataste de ocultar. Las mujeres odian las mentiras ¡sábelo!
Los que no hacen nada, ven pasar esa oportunidad. Pensando en lo que podría haber sido, haciendo conjeturas y te preguntas cosas estúpidas como ¿te imaginas ser feliz? Debe estar bueno. A veces pienso en lo borderline que es hablar con unos mismo. Pensas que es una linda anécdota, pero la gente te hace entender lo boludo que fuiste y algún sabio te dice “el NO ya lo tenias salame” y ahí te mentís diciendo “no quería arruinar la relación de amistad que tenia” esa frase evita que algunos crean que sos un salame, pero a la mayoría le reafirma que lo sos al decirla. Ahí es cuando tocas tierra y te das cuenta lo tonto que fuiste y entonces ¡Hola depresión!
La mejor forma de no ser el del medio, es hacer algo. Primero hay desboludisarse, no hay que mentirse o ser otro para ganar, eso es para los salames. Los tibios pierden. En conclusión me siento un boludo al escribir algo tan trillado, los hombres somos bastante boludos y lentos cuando más importante es el desafío y que lean esto me van a querer apedria por revelar el secreto que todo el mundo sabe.
Terminas hablando con un amigo psicólogo y sociólogo a las 3 de la mañana y caes en cuenta que este texto es estar en el medio, la única forma de no estarlo sería dejar de mirar el borde. Debería tomar carrera y saltar… Más que cobardes, cautelosos aterrorizados y tontos… ¡Hola depresión! ¡Hola creamstout!


jueves, 18 de septiembre de 2014

Primera parte: cupidos, casamenteros, acomodadores y directores del amor

El camino al infierno, esta pavimentado de buenas intenciones… ¡sábelo!
En una nueva entrega de este diccionario de los seres urbanos modernos, donde ya hemos conocido al Putitooo, a los los enmascarados del carnaval de la vida y a los boludos que se mimetizan entre otros especímenes.
En esta oportunidad me enfrento a describir a un grupo de seres que son casi admirablemente y casi carne de diván, que comparten un fin común. Para algunos desilusionados de la vida su última esperanza, y para otros, una pesadilla, peores que moscas en un asado de verano o un grano muy grande en el culo.
Los cupidos y casamenteros, no son lo mismo por la simple razón de que los primeros tienen como objetivo crear una conjunción que podría derivar en una relación y tal vez, podría, quien sabe, llegar a un casamiento. Unos tipos que apuestan con la vida del otro, como cuando alguien se golpea y todos nos reímos instintivamente. Los casamenteros, ya están pensando en tu funeral, perdón, digo tu futura boda. Porque están seguros de que lo que ellos planean, llegara a buen puerto y no hay lugar al error.
Son una especie de sociólogo y matemático estadístico de las relaciones humanas. Un persona que un día por un caprichoso motus propio o por el pedido de un desesperado suelta sutilmente un “creo que te puedo presentar a alguien” una clara propaganda que como el cartel del una casa de comidas debería estar subtitulada con una frase que diga “la foto o promesa es ilustrativa y tal vez no llegue a buen puerto o te cague la vida”. Cuando dijo eso, ya tenía todo más que estudiado y en un 50% de los casos la otra parte ya es parte del plan. Ya había hecho un perfil psicológico y sociológico casero de las dos personas, una estadística matemática de compatibilidad en busca del menor margen de error. O simplemente su mujer o marido, le sugirió que lo haga.
Otra de las diferencias sutiles entre el Cupido y el casamentero es que el primero te invita a esta aventura de conocer a alguien. En cambio el casamentero cree que esta es tu última oportunidad de no morir solo, por lo cual te martilla el cerebro repetidas veces con frases como, “es lo que estas necesitando”, “te va a cambiar la vida” (como si fuera que te ganas 36 millones al lotto), “lo importante es lo de adentro” y mi favorita “es la/ el indicado para vos”.
El acomodador es un ser despreciable, una persona que cree tener razón y el deber de actuar sobre la vida de los demás. Las cosas van en pares, en su mente. Una persona sola es por silogismo simple un ser triste y fracasado, tiene el deber de intervenir en esa vida de ese pobre diablo o diabla y salvarla por su bien. Llevando a su puerta otra persona con quien estar y ser felices. Aquí no hay un estudio sociológico, sino una seguidilla de opciones. Un cruel múltiple choise y desfile de lo que hay en oferta, en que el acomodador empieza sistemáticamente a dar opciones entre personas para ver a cual puede juntar o endosarte como un pagare que alguien cobrara muy caro.
El director/a del amor es un artista, una persona por la cual sacarse el sombrero. Esta persona, tiene la buena fe de los cupidos y quiere que conozcas a alguien, la seguridad de poder lograrlo de los casamenteros y ese dejo de maldad de los acomodadores de intervenir en tu vida.
Como sociólogos estudian a los especímenes que van a usar, las estadísticas matemáticas y que deben usar para aumentar la probabilidad de éxito de su objetivo. Una vez terminado el trabajo comienza la propaganda subliminal donde sutilmente empieza a nombrar, a crear conjunciones entre las dos personas con el objetivo de terminar su trabajo de campo. A cada una por separado le empieza a hablar bien sistemáticamente del otro sin levantar sospechas, mezclando relato con marketing. Poco, sutil y estudiado, pero efectivo y dejando lugar al misterio y curiosidad del otro. La expectativa sugestiva como arma letal.
Su maldad reside en montar una obra de teatro, una situación o un coto de caza donde sin tener injerencia directa estas dos personas puedan llegar a lo que él desea. Buscando poder llegar a término para así contarlo, si es una mujer a sus amigas en su tarde de chusmerio (chismerío) o si es hombre en el bar a sus amigos. Y ambos en una fiesta como anécdota. Jactándose de su gran obra, de su arte moderno que a veces es efímero y si eso pasa él o ella tendrá su pago. La satisfacción de su ego de haberlo hecho.

A todos nos paso alguna vez toparnos con uno de estos seres…
Porque tener la razón es una mierda

continua ¿el jugo vale la exprimida?

martes, 2 de septiembre de 2014

La matemática de la vida y el destino

¡Hay un sambuche para vos al final del texto!
Cuando somos chicos, nadie nos dice la verdad tacita. Mientras nos criamos viendo películas de Hollywood donde todo termina bien, después del giro dramático donde esta todo a punto del irse al carajo. Casi nadie se apiada de la inocencia de los pequeños para decirles, que cuando sean grandes, tal vez las cosas que soñamos jamás se hagan realidad. Que pasa y es normal que pase, es una posibilidad.
Nadie nos cuenta de ese sorpresivo sambuche, sábelo.
Pero no, así como nos mienten con el gordo comunista de rojo que nos trae una vez al año a todos los niños que se portan bien un regalo. O los tres reyes magos tienen a un negro entre sus filas para tener la cuota de diversidad necesaria para no ser acusados de racistas. Nos hablan del destino y la vida, con frases tan hechas que las terminas adoptando para justificar que no te toca. Frases como “son cosas de la vida”, “el destino es caprichoso”, “la vida y el destino obran de formas misteriosas” y mi favorita “y bueno, ya llegara”.
Mientras te masticas, toda esa basura de Hollywood donde la chica del servicio domestico se casa con el magnate (príncipe azul) y vive feliz para siempre. Creciendo que vas a encontrar al amor de tu vida en una situación tan perfecta y hermosa que le daría un pico de glucosa a un diabético de solo verlo. O que mientras cantas en el trabajo, limpiando los inodoros de un bar un productor te va a descubrir. Aun mejor, que sos el próximo Maradona, el nuevo crack del fútbol mundial y que en cualquier momento vas a explotar y vas a terminar jugando en Italia casado con una super modelo divina y viviendo en una mansión.
Pero a veces te toca otro sambuche, sábelo.
Eso implica que en la matemática de la vida y el destino, tengas lo que se llama “todo el orto del mundo” que se alineen una serie de probabilidades y variables, que todo el universo juegue en tu equipo. Eso es tan creíble como las expresiones actorales de keanu reeves en una película de cualquier género.
Te aviso, muchas veces la matemática de la vida y el destino te va a hacer sentir como si estuvieras meado por un dinosaurio de proporciones colosales. No vas a ser el único, esta la señora adicta a las maquinas del bingo que se levanto al baño y la persona que se sentó a jugar gana el premio mayor. El adolescente que se anima a invitar a salir a la chica linda que le gusta, ella lo rechaza por gordo y se lo dice en la cara. El administrativo que después de 20 años de trabajo ve como ascienden a jefe a uno de los nuevos empleados.
Esos giros dramáticos que en la película logran pasarse, para terminar en un final feliz. En la vida cotidiana, suele ser una curva mortal que si pasamos es porque tenemos todo el orto del mundo y si fracasamos estamos meados por un dinosaurio de proporciones colosales. Cara o cruz.
¡Alto sambuche!
Si buscas esperanza, este no es el lugar. En el día a día, vas a encontrarte con familias perfectas donde todos son exitosos y familias que tienen historias terribles. Pasa, es una mierda y eso es lo que hay que saber. No esperes alguna revelación que cambie tu vida en este texto, como si fuera una película. El único ser que te va a ayudar, es tu propio instinto de supervivencia, voluntad y como dice un gran filosofo moderno DBP “la vida a veces es un sambuche de caca al que a veces le tenes que dar inevitablemente una mordida”.

mas o menos bien