martes, 30 de agosto de 2016

La cosmología urbana

Así como todo en la vida está llena de calificaciones y etiquetas, y así como en el cielo hay estrellas también existe una cosmología urbana. Una rara ciencia metafórica que intenta comparar a pequeños monstruos urbanos con la cosmología, otra versión de lo que venimos haciendo en este blog hace ya años.
Hay gente destinada a ser un cuerpo celeste, tener su órbita, su rotación y generar vida como la tierra. Organizarse y accionar en cuanto a su pensamiento. Mientras que otros están destinados, más que nada por elección a ser un satélite estéril girando alrededor de otro. A veces es una elección y otra una consecuencia. El problema es cuando se dan cuenta que son y no quieren serlo más.
Así como algunos planetas tienen un satélite, pueden tener varios o ninguno. La gente que se llama importante (algún político o rockero) que como Júpiter suele tener una gran cantidad de satélites que tracciona. Desde satélites con vida y del tamaño de un planeta a pequeños despojos de roca inerte.
A su vez muchas veces estas personas están insertadas en sistemas más grandes, porque existen personas que son estrellas en torno a la que giran varios planetas con sus satélites. Seguramente ya saben como sigue, existen diferentes tipos de estrellas como de personas. Hay gente que vive rápido e intenso como las novas, surgen, resplandecen y mueren. Como en el tarot entendamos la muerte como un cambio hacia ser una pequeña luz perdida en un inmenso espacio, desapercibida. Existen las supernova, la persona que es como este tipo de estrella a veces logra eclipsar galaxia con su luz. Mientras que otros son simples estrellas enanas, increíblemente densas, como esas personas.
Existe la gente solitaria que es como los astros errantes o planetas sin lunas, a veces vagando como los primeros y otras funcionando dentro de sistemas como los segundos. Otros son agujeros negros deseosos de tragarse la luz de otros, la vida de otros o el universo de otros.
Me pregunto un autor platense a punto de publicar un libro en estos días, ¿Por qué no abro mi corazón cuando escribo? No creo que este blog sea para ese tipo de cosmología personal. También recibo el pedido de que le deje de pegar arteramente al amor. Así que dejare una reflexión cosmológica de eso que llaman amor, una definición personal para probar que no soy un robot.
Las relaciones personales sentimentales pueden funcionar como un planeta y su satélite, a muchos les funciona, pero en mi ideal utópico no me llenaría. Tampoco ser el primer planeta de un sistema solar, ni tampoco los agujeros negros que se golpean en el centro de una galaxia. Para mi es mas como, un cometa de dos centros que gira por el espacio juntos, rotando entre sí buscando un rumbo a medida que forma su camino. Tanto errante como alrededor de un sistema. Porque no una estrella doble naranja, verde, amarilla, blanca o roja en forma de mezcla de cualquier de esos colores.
Después de este despliegue de dulce innecesario voy a martillarme un dedo para acordarme que este tipo de cosas hacen mal, aunque no se debe perder la esperanza.

jueves, 11 de agosto de 2016

Mierdecillas y gente de excremento residual

Este tipo de ser existe, es así como un ser que eclosiona de las consecuencias de juntarse con gente de mierda. Como a ellos los trataron mal durante un tiempo, ellos tienen permiso para tratarte como una mierda porque su pasado sufrido los justifica.
Por lo cual tenes prohibido enojarte con ellos, ¿Cómo podes enojarte con alguien que la paso tan mal? Usan palabras cuando te cansas de sus tratos como “me sentí superado/a por la situación” piden disculpas algunos. Disculpadores crónicos, total como descubrieron que es una palabra mágica la gastan hasta casi quitarle el sentido y es así algo como un papeleo burocrático social para zafar el momento.
¿Pero ser una mierda de persona es una consecuencia de su pasado? Claro que no, eso es lo que cree este mierdecilla (gracias España por estas palabras que suenan tan graciosas) que se justifican así. Ser un ser de mierda, un forro, un abusivo o como decimos acá en Argentina un sorete, es una elección personal. Ellos eran mierdas antes de experimentar las situaciones que los hicieron eclosionar, eran mierdecillas latentes esperando ser incubados. Se formaron bajo la opresión de gente de mierda que los término de formar, esperando subir peldaños, niveles o puestos. Para superar a la gente de mierda que los trataba mal para vengarse.
Si todo es tan toxico, te vas y zafas de ese lugar. Si fuera un laburo que necesitas para sobrevivir, aguantas y no te convertís. Porque no sabes quien sos, simplemente sos una persona definida por vos misma y segura. Buscas otra oportunidad y te vas.
Pero el mierdecilla se queda, se forma, se educa porque desea dominar a otro y someterlo. Porque necesita tener el control, el poder y en el encuentra la satisfacción de una vida vacía que solo tiene felicidad de lo mal que lo pasa otro.
La vida está llena de mierdecillas, de gente de mierda y tienen tanto poder como les demos. Lo mejor es reírse de ellos, hay que reírse de dejar el lugar dejándolos solos y sin entidad. Seguramente otro tomara el lugar, porque lo necesite o porque es un mierdecilla latente. Pero ese no es nuestro asunto.
Necesitan atención, generar miedo, controlar y poseer tu tiempo. ¿Por qué? Tienen sed, una que nunca se acaba y no existe forma de saciar. Están condenados a estar vacios y obligados a decir que están plenos, a mentirse a sí mismos.
Si los ignoras, los pasas por alto y los desautorizas se achican lentamente porque en el fondo tienen miedo de mostrarse como son de inseguros y patéticos. Todos conocemos a varios de estos, a muchos de los tantos animales de la fauna urbana que suelo describir. Muchos son descritos bajo un tinte gracioso en mi lenguaje, pero a estos me divierte lo patéticos que son porque empiezan arrastrándose y terminan construyendo castillos de opresión.
El mierdecilla empieza diciéndote que es un igual y termina denostando todas tus flaquezas para sentirse superior a vos, pero solo de la boca para afuera…