lunes, 10 de septiembre de 2018

La ecuación, de la moral y la moral


Los seres humanos son un dilema contante, una contradicción con patas bailando con la muerte en un callejón sin salida. Mitad cagadores en potencia y mitad buena gente, una dualidad delirante. Muchas de las cosas que están mal, están programadas en tu mente por un sistema. La familia, la escuela, también la religión y un poco de vos mismo. ¿Qué podría salir mal? Que esos sistemas son dictados por humanos, el dilema constante que se auto balancea según cambia la moral social.
Supongamos que dos niñas están en un cuarto y se rompe algo, hace unos 50 años hubiéramos culpado a la niña más pobre. Porque claramente tenía menos cultura y por silogismo simple, menos moral. Pero la doble moral exige que le creas a la más cercana a tu vida, ejemplo si es tu prima o tu amiga. La doble moral es un factor que cambia toda la ecuación.
La moral, auto percibida y auto explotada, hace que un humano crea que puede imponer su creencia sobre el cuerpo de otro. Porque su Dios lo dice, a través de otro humano. Hagamos un recuento de dilemas contantes de moral, un humano cree que un ser invisible le dice a otro humano lo que está bien y que está mal para toda una sociedad. Estamos confiando en que la cadena de teléfono descompuesto, primero un ser no tangible, que es real, después que es cierta y absoluta, ecuánime y moral. Si claro.
Aunque creo que podría ser peor, imaginemos que exista un humano que cree que su palabra es absoluta, su moral es la indicada y la que la sociedad debe seguir. Puede decidir sobre cualquier dilema, de la forma correcta sin titubear y sin equivocarse. Es el tipo de gente que termina hablando con un ser invisible.
A esta altura sabemos, que hay que mirar las cosas de dos formas, diría que hasta tres para estar más seguros de no caer en la bajeza de ser un dilema constante más. Porque tenemos La moral, programada en nosotros mismos a través de varios sistemas y regulado por nosotros mismos según nos convenga. La moral colectiva que tiene esos límites grises que si los cruzamos y nadie nos ve está bien. A menos que tengamos en nuestra ecuación moral la variable “culpa”. La moral del que nos juzgara si sabe ciertas cosas que no queremos que se sepan, porque sabemos que nos pasaría. Pero que hacemos porque lo necesitamos y nuestra moral nos permite hacerlas, aunque la moral colectiva dice que no está bien. Rota cualquier de estas “reglas invisibles” es más fácil romperlas otra vez. Si tiene la variable religión, cuando la rompes una vez y te gusto, la rompes hasta el infinito. Porque lo prohibido es anhelado, reglas exponenciales de la moral.
Así es como gente que le enseñaron que el alcohol es malo según su Dios, va el Dios que el impusieron termina en un bar tomando una birra negra y unas papas con tocino. Un tipo de 50 años en un baño con su portátil en un chat de citas con otros hombres, mientras su esposa cocina. Alguien desviando la mirada, haciendo que no ve cosas que están mal. Porque las hace alguien que conoce y aprecia. Aunque este maltratando a una mujer. Gente que cree que otra gente está mal porque decide diferente a ellos. Individuos que creen que otros no son aptos para decidir por sí mismo, porque pobrecitos ellos, están mal.
Esta la moral y la moral, además de un dilema constante que lo aplica, un humano o un colectivo de humanos. Un colectivo lleno a toda velocidad en una avenida queriendo llegar rápido a destino cuanto antes y no importa cómo.

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