jueves, 18 de septiembre de 2014

Primera parte: cupidos, casamenteros, acomodadores y directores del amor

El camino al infierno, esta pavimentado de buenas intenciones… ¡sábelo!
En una nueva entrega de este diccionario de los seres urbanos modernos, donde ya hemos conocido al Putitooo, a los los enmascarados del carnaval de la vida y a los boludos que se mimetizan entre otros especímenes.
En esta oportunidad me enfrento a describir a un grupo de seres que son casi admirablemente y casi carne de diván, que comparten un fin común. Para algunos desilusionados de la vida su última esperanza, y para otros, una pesadilla, peores que moscas en un asado de verano o un grano muy grande en el culo.
Los cupidos y casamenteros, no son lo mismo por la simple razón de que los primeros tienen como objetivo crear una conjunción que podría derivar en una relación y tal vez, podría, quien sabe, llegar a un casamiento. Unos tipos que apuestan con la vida del otro, como cuando alguien se golpea y todos nos reímos instintivamente. Los casamenteros, ya están pensando en tu funeral, perdón, digo tu futura boda. Porque están seguros de que lo que ellos planean, llegara a buen puerto y no hay lugar al error.
Son una especie de sociólogo y matemático estadístico de las relaciones humanas. Un persona que un día por un caprichoso motus propio o por el pedido de un desesperado suelta sutilmente un “creo que te puedo presentar a alguien” una clara propaganda que como el cartel del una casa de comidas debería estar subtitulada con una frase que diga “la foto o promesa es ilustrativa y tal vez no llegue a buen puerto o te cague la vida”. Cuando dijo eso, ya tenía todo más que estudiado y en un 50% de los casos la otra parte ya es parte del plan. Ya había hecho un perfil psicológico y sociológico casero de las dos personas, una estadística matemática de compatibilidad en busca del menor margen de error. O simplemente su mujer o marido, le sugirió que lo haga.
Otra de las diferencias sutiles entre el Cupido y el casamentero es que el primero te invita a esta aventura de conocer a alguien. En cambio el casamentero cree que esta es tu última oportunidad de no morir solo, por lo cual te martilla el cerebro repetidas veces con frases como, “es lo que estas necesitando”, “te va a cambiar la vida” (como si fuera que te ganas 36 millones al lotto), “lo importante es lo de adentro” y mi favorita “es la/ el indicado para vos”.
El acomodador es un ser despreciable, una persona que cree tener razón y el deber de actuar sobre la vida de los demás. Las cosas van en pares, en su mente. Una persona sola es por silogismo simple un ser triste y fracasado, tiene el deber de intervenir en esa vida de ese pobre diablo o diabla y salvarla por su bien. Llevando a su puerta otra persona con quien estar y ser felices. Aquí no hay un estudio sociológico, sino una seguidilla de opciones. Un cruel múltiple choise y desfile de lo que hay en oferta, en que el acomodador empieza sistemáticamente a dar opciones entre personas para ver a cual puede juntar o endosarte como un pagare que alguien cobrara muy caro.
El director/a del amor es un artista, una persona por la cual sacarse el sombrero. Esta persona, tiene la buena fe de los cupidos y quiere que conozcas a alguien, la seguridad de poder lograrlo de los casamenteros y ese dejo de maldad de los acomodadores de intervenir en tu vida.
Como sociólogos estudian a los especímenes que van a usar, las estadísticas matemáticas y que deben usar para aumentar la probabilidad de éxito de su objetivo. Una vez terminado el trabajo comienza la propaganda subliminal donde sutilmente empieza a nombrar, a crear conjunciones entre las dos personas con el objetivo de terminar su trabajo de campo. A cada una por separado le empieza a hablar bien sistemáticamente del otro sin levantar sospechas, mezclando relato con marketing. Poco, sutil y estudiado, pero efectivo y dejando lugar al misterio y curiosidad del otro. La expectativa sugestiva como arma letal.
Su maldad reside en montar una obra de teatro, una situación o un coto de caza donde sin tener injerencia directa estas dos personas puedan llegar a lo que él desea. Buscando poder llegar a término para así contarlo, si es una mujer a sus amigas en su tarde de chusmerio (chismerío) o si es hombre en el bar a sus amigos. Y ambos en una fiesta como anécdota. Jactándose de su gran obra, de su arte moderno que a veces es efímero y si eso pasa él o ella tendrá su pago. La satisfacción de su ego de haberlo hecho.

A todos nos paso alguna vez toparnos con uno de estos seres…
Porque tener la razón es una mierda

continua ¿el jugo vale la exprimida?

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