La gran mayoría de los humanos en algún
momento tenemos que viajar en micro (Bondi) como si fuéramos ganado y eso te
transforma como cualquier otra experiencia social. Como si fuera un hechizo
lanzado por algún mago o bruja que te transmuta en un ser intolerante, clasista,
reaccionario y razista, rabioso de ira.
Pero toda esa transformación comienza
antes de subirte al micro, en la parada durante la espera mirando el reloj. Mientras
aguardas, tu humor es alterado por tu nivel de premura para viajar que poseas y
el tiempo de espera que lleves lo multiplica. Otro de los factores importantes que
se aplican es ¿que tan lleno esta el micro?, ¿si podes elegir asiento?, ¿te
toca uno de los pocos vacíos? o ¿simplemente viajas parado?
Lo primero que vez cuando subís al micro
y antes de pagar el boleto, es al chofer, los hay de dos tipos. El hijo de puta
que maneja rápido, agarra todas las lomas de burro y reductores de velocidad con
rapidez haciendo saltar el colectivo, un ser odioso. Pero también esta el
reverendo hijo de puta, que es el que maneja lento y para en todas las paradas
cuando vos estas apurado. Pero comprendes que se detiene en todas las paradas
porque hay gente de mierda que quiere subir y ellos son los culpables que
llegues tarde. Aunque el podría ignorarlos pero no lo hace, porque no piensa en
vos.
Otro factor determinante es que tan lleno
esta el micro, porque si lo esta, hay que cuídate de los apoyadores compulsivos
y de las minitas con carteras o bolsos con los que siempre te golpean y ni
siquiera te piden perdón. Pero como olvidarnos de botarate que siempre te pisa
al pasar y pone cara de yo no fui, cara de pelotudo. Pero que el micro este
lleno lo hace más o menos molesto dependiendo de la variable de la época del
año en la que viajas. No es lo mismo viajar en un micro lleno en invierno que
hacerlo en verano, donde abundan esos aromas tan, tan, pero tan rancios. Porque
esa gente de mierda no se baña.
Si subís y hay algunos asientos vacíos,
sabes que son malos lugares pero mejor que estar parado son, aunque siempre que
pasa eso es en la parte delantera y vas a tener que cederlo a una viejecita o una
mina embarazada que se suban. Es molesto sobretodo cuando estas apurado porque
no solo detiene el micro en su marcha hacia tu destino sino que se quedan con
tu asiento. Pero podría ser peor, podrían tener un niño de meses o un año que
llora sin parar. Pero nada te llena mas de odio que ceder el asiento a una
persona que se baja dos paradas después y un oportunista te madruga el asiento
y te lo arrebata cuando vas a recuperarlo. Cuando te pasa eso queres ser
poseedor de un lanzallamas e incendiar todo.
Cuando podes elegir asiento seguro vas al
fondo y uno que sea individual, nadie quiere sentarse al lado de un desconocido
podría ser un asesino o un hijo de puta peor al que te has convertido vos cuando
viajas en micro. A menos que sea una mina y este mas que buena, porque ahí ni
dudas en sentártele alado aunque no lo hables. El amor de Bondi (micro) es para
otro tema (post) mas adelante.
El calor insoportable en un micro lleno
en verano, el frío en un micro en invierno por un pelotudo que quiere tener la
ventana abierta. La vieja a la que la familia no visita y que te habla en el
micro de lo bueno que eran Perón y Evita. Casi tan insoportable como las dos
cincuentonas que hablan de sus hijos compitiendo por cual es más triunfador. O
el viejo de setenta que te asegura que con los militares todos estos negritos
de visera y pantalones deportivos estarían controlados.
Por suerte
existen los reproductores portátiles de música conocidos como mp3 o los
celulares con al misma función y auriculares grandes para no escucharlos. También
para escapar de negro de mierda que pone cumbia a todo volumen en su celular
para que todos disfrutemos y a vos te dan ganas de meterle bala (dispararle) en
una pierna para que sufra. Porque viajar en micro, ómnibus, bus o cumbancha te
hace facho y te dura hasta 15 minutos después de bajarte del micro.
Simplemente genial... Más que cierto...
ResponderEliminarDr. se impone un post sobre los efímeros amores de transporte público (colectivo/tren/subte), nacidos en aquellas épocas en la que íbamos en micro al colegio y rogábamos a los Dioses de nuestra infancia que la rubia pecosa nos devuelva al menos una de las miles miradas, para mirar a otro lado cuando maravillosamente lo hacía...
ResponderEliminarQué jóvenes que éramos, cuan poco aprendimos...
JAJAJA usted si que sabe Parker, trabajo en ese post inmediatamente!
EliminarGenial y verdadero como siempre !!
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